domingo, septiembre 29, 2013

Hablaron de teatro: Cossa, Rozenmacher y Walsh (1965) (Escena IV - Final)

Escena I
Escena II
Escena III


Escena IV

Walsh.—…En la temática forzosamente se deben abarcar los grandes meridianos de interés…
Cossa.—…pero, ¿cómo?
Walsh.—…el dinero, la política, el poder, el amor, no sé si hay otros… la vida cotidiana…
Cossa.—En realidad, ésa es la temática universal. Importa cómo la tenemos que dar nosotros.
Walsh.—Teniendo en cuenta el tipo de país que somos, semidependiente, en donde el escritor tiene, además de la función de creación artística o de placer estético, que no puede renunciar, otra función, que es la del hombre de lucha. A esta altura de las cosas ya no se puede ser un mero esteta. Creo que el último escritor de derecha de Latinoamérica ha muerto, o tiene 70 años…
Cossa.—O es Borges…
Walsh.—…que tiene 66.
Rozenmacher.—La necesidad de comunicación que decís vos es cierta, pero el peligro consiste en hacer populismo…
Walsh.—…el peligro consiste en renunciar a lo que de todas maneras sigue siendo…
Rozenmacher.—…no ser artista, ¿no?
Walsh.—¡Claaaro! De ninguna manera una actitud de lucha implica descender a una mera actitud de propagandista callejero y renunciar a lo que es arte.
Rozenmacher.—Ese es un peligro, el otro es que uno empieza solo. Arlt, Payró, Sánchez, empiezan solos. En cuanto a lograr la creación del mundo artístico de uno y hablar de cosas que a uno le permitan actuar como escritor militante, sin hacer panfleto, es un laburo de la gran…
Per.—Ustedes dirían que están influidos respectivamente por…
Cossa (murmura).—¡Por tanta gente! (Fuerte.) A uno le es difícil observar influencias. A veces son gustos. A mí un autor que me tocó mucho es Miller.
Walsh.—A mí también me interesa fundamentalmente Miller. Me parece el más grande autor de teatro…
Rozenmacher.—…contemporáneo.
Walsh.—…contemporáneo y hay que remontarse muy atrás para encontrar.
Cossa.—Ahora, ¿por qué tal o cual debe ser la temática nuestra? (A Walsh.) Vos has agarrado un tema en La granada que es inexplicable que los autores argentinos no hayan tocado antes, y lo hiciste por el único camino que se me ocurre que se podía hacer, que es por el lado de la farsa.
Walsh.—Bueno, la necesidad de tocar el tema me parece ineludible en la medida en que el Ejército viene influyendo permanentemente en la política de nuestros países desde hace 150 años. Tratarlo en farsa es la manera más “presentable” de tratarlo. La conciencia de que es un tema fundamental se está despertando en todas partes al mismo tiempo. Hay cuentos de Viñas anteriores a mi obra, o La ciudad y los perros, donde se realiza una embestida contra la institución militar, que para decirlo de una vez y por todas es una institución que sobra en países miserables, donde la gente se muere de hambre y estamos manteniendo aparatos guerreros absurdos.
Rozenmacher.—No es tan inexplicable que no se haya tratado el tema. Eso refleja la situación del intelectual de un país colonial, en la medida que no crea vitalmente cultura sino que la refleja y se limita a ser un acompañamiento orquestal y sólo cuando toma conciencia de su mal empieza a denunciarlo.
Walsh (a Cossa).—A mí, la descripción de esas vidas grises de empleados, en tu obra, me parece totalmente subversiva.
Cossa.—Sí, yo creo que no hay complicidad en eso. Pero te preguntaba por La granada porque creo que el tratamiento en farsa es muy importante. El teatro argentino está un poco enfermo de trascendentalismo. Creo que el camino es un tratamiento mucho más realista, más cotidiano. No porque yo defienda mi teatro. Se puede hacer así, como Germán, como vos. En alguna medida como Halac, como De Cecco, pese a que él busca un trascendentalismo a través de la arquitectura de la tragedia griega.
Walsh.—Esto sería más el tratamiento que la temática.
Cossa.—Creo que la temática hace mucho a esto. Ionesco no es sólo un tratamiento, un estilo. Detrás hay un criterio, una temática, una ideología. Bueno, pienso que los argentinos tienen que ser anti-ionesco.
Walsh.—Sí, totalmente de acuerdo. Yo me he manifestado aparentemente en contra del tratamiento realista porque en primera instancia a mí no me sale.
Cossa.—Pero tu obra es realista, ¿no?
Walsh.—Sí, en parte sí. Pero introduzco por ahí sectores de irrealidad. El técnico en explosivos es irreal…
Cossa.—Claro, pero nadie sale pensando que no son los militares argentinos y en ese sentido vos reflejás una realidad nuestra.
Rozenmacher.—Eso de Mao de las Cien Flores viene perfectamente bien. La única condición es que el espectador se vea reflejado. La manera en que el autor logra crear la comunidad entre espectador y escenario es cosa suya.
Cossa.—Sí, pero como constante el escritor tiene que trabajar de una forma directa, reflejando una realidad nuestra permanente y vigente.
Walsh.—Sí, yo trato de evadirme a veces pero no puedo. La realidad argentina y la realidad latinoamericana pesan en mí de una forma abrumadora, ¿no? Mi primera tentación es buscar símbolos, eso te agarra los…
Rozenmacher.—Yo creo que la vanguardia para nosotros es el realismo, dándole una amplitud total a la palabra realismo.
Per.—¿Tienen algo más, muy importante que decir?
Cossa.—¡Nunca!
Per (señalando la cinta del grabador).—Queda poco.
Walsh.—Podríamos aprovechar para decir algo sobre los de… norteamericanos en la República Dominicana…
Cossa.—…repudio…
Rozenmacher.—…voto de censura.
Per.—No, ahí empezaron la grabación.
Cossa (con ironía).—Bueno, bueno, política no, ¿eh?

Telón

En revista Tiempos Modernos n°3, julio de 1965.

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